Hoy me agarró una crisis. No una crisis de llorar, o gritar o sentirse mal, sino una crisis en la que no sabía que hacer. En la que lo único que sentía era incertidumbre. No saber qué hacer de mi vida nunca fue un problema para mí, siempre estuve segura de mi futuro. Hasta hoy.
El miedo, los nervios, la impotencia. La sensación de que algo estaba mal, de que algo no era como yo pensaba que era. Que no iba a ser.
Me calmé. Lo hablé, me expliqué y me entendí. Ahora estoy mejor, superé el miedo y sé lo que voy a hacer. Todavía hay varios puntos inconclusos, varios detalles que hay que arreglar, pero en rangos generales, las cosas están bien. Menos mal.

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